En un área muy transitada, a unos pasos del tren ligero se encuentra ubicado uno de los grandes panteones de Guadalajara: El Mezquitan.

Este sitio, como todo lo relacionado a la perla de occidente, da muestras de la cultura inherente, de los valores de la ciudad en general.

Rodeado por una barda en la que se pueden ver detalladas escenas, algunas que considero un poco oscuras y lúgubres, otras tristes. Todas demostrando diferentes rostros de la muerte.

Algo que me sorprendió al entrar al cementerio:

• Primero que todo las puertas de hierro, pintadas de color negro y con detalles de calaveras. Algo que no había encontrado antes.
• Justo en la parte “antigua” lo que sería la entrada original unos hermosos arcos adornando el lugar cerca de las oficinas generales y la casa del camposantero. A mi gusto, el juego de luces y sombras de estos arcos engalanan mucho el lugar, a sus espaldas se puede ver la parte antigua del cementerio, sus largas callejuelas y construcciones añejas.

El sitio muy bien trazado y con un orden, a pesar de seguir en funcionamiento se puede ver que tratan de mantener ese trazo con que originalmente fue creado, permitiendo a los deudos caminar libremente y sin amontonamientos.

Al recorrer las callejuelas se puede observar el acabado arquitectónico que demuestra varios detalles: El cariño de la gente para con sus difuntos, al grado de darles un lugar de descanso de hasta cierto lujo; esto da lugar a mostrar la afluencia económica de la ciudad en los tiempos en que se realizaron estas construcciones.

Muchas de estas tumbas datan del tiempo de Don Porfirio, cuando Guadalajara era punto de encuentro de ricos terratenientes y gente de la alta sociedad tapatía y de la región.

Una vez entrando al panteón es difícil dejar de observar las antiguas tumbas, los mausoleos de gran calidad arquitectónica con acabados artísticos, y en el centro una capilla de gran tamaño que según me comentan pertenece a quien fuera dueño de la casa de los perros, ubicada en el centro de la ciudad.

Este cementerio, como todos los panteones antiguos creados en la era porfirista, tiene una serie de estatuas que llaman la atención por su acabado y la belleza de sus representaciones.

Muchas de ellas en mármol traído de Italia, como era la costumbre en aquel entonces. Otras más diversas hechas de mármol, granito y cantera.

En algunas de ellas puede observarse la firma de quienes trabajaron en el monumento fúnebre.

No podían faltar los bustos y máscaras mortuorias, muy características de la época, así como las fotografías representando al difunto, un detalle más moderno pero muy común, por lo que he visto, en los cementerios de esta zona del pais.

Monumento a los soldados, en una sección especial.

Las criptas y tumbas antiguas, muchas de ellas con acabados hermosos y vitrales en su interior. Entre ellas se puede admirar la naturaleza muerta, que no puede faltar en este tipo de obras fúnebres.

Si bien, como dije al principio es un panteón antiguo, las visitas y esos detalles “diferentes” es lo que lo hace un lugar muy interesante y cálido.